La alimentación es un pilar fundamental en la salud de cualquier individuo, y su relevancia se intensifica a medida que avanzamos en edad. Uno de los regímenes alimenticios que ha ganado prominencia en los últimos años es la dieta cetogénica o “keto”, conocida por su enfoque en la alta ingesta de grasas y la limitación severa de carbohidratos. Si bien es popular entre aquellos que buscan perder peso o mejorar su composición corporal, surge una pregunta crítica al considerarla para las personas mayores: ¿Es la dieta cetogénica adecuada para ellos?

¿Qué es la dieta cetogénica?

Antes de profundizar en su aplicabilidad para la tercera edad, es importante comprender qué implica esta dieta. La dieta cetogénica es un plan alimenticio que busca generar un estado de cetosis en el cuerpo, en el que la energía se obtiene a partir de la quema de grasas, en lugar del glucógeno almacenado proveniente de los carbohidratos. Para lograr esto, la dieta consiste en un alto consumo de grasas (aproximadamente el 70-80% de las calorías diarias), una ingesta moderada de proteínas y una restricción muy estricta de carbohidratos (normalmente menos de 50 gramos al día).

Potenciales beneficios para los mayores

Control de peso

La obesidad o el sobrepeso son problemas comunes en personas mayores, y la dieta cetogénica ha demostrado ser efectiva en la pérdida de peso. Al restringir los carbohidratos, el cuerpo entra en un estado de cetosis, lo cual puede facilitar la reducción de la grasa corporal.

Manejo de la diabetes tipo 2

La dieta cetogénica puede ayudar en el manejo de la diabetes tipo 2, una afección con alta prevalencia entre los ancianos. Al bajar la ingesta de carbohidratos, los niveles de glucosa en sangre se mantienen más estables, lo que podría reducir la necesidad de medicamentos para esta enfermedad.

Potencial neuroprotector

Estudios preliminares sugieren que las dietas cetogénicas podrían tener beneficios neuroprotectores, lo que es relevante en la prevención o manejo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, que afecta principalmente a la población mayor.

Consideraciones y riesgos

No obstante, la dieta cetogénica no está exenta de críticas y potenciales riesgos, especialmente para personas mayores cuyas necesidades nutricionales pueden ser bastante específicas.

Deficiencias nutricionales

La restricción severa de carbohidratos puede llevar a una ingesta insuficiente de fibra y ciertas vitaminas y minerales presentes en frutas, verduras y granos enteros. Esto puede incrementar el riesgo de problemas digestivos y desnutrición en ancianos, quienes ya son susceptibles a deficiencias nutricionales.

Complicaciones renales

Un alto consumo de proteínas, a menudo asociado con dietas cetogénicas, puede ejercer una presión adicional sobre los riñones. En personas mayores, cuya función renal puede estar ya comprometida, esto puede constituir un riesgo serio.

Riesgo de deshidratación y desequilibrio electrolítico

La cetosis induce la pérdida de agua y electrolitos. La capacidad de detectar y responder a la sed disminuye con la edad, lo cual podría aumentar la probabilidad de deshidratación y desbalances electrolíticos en personas mayores siguiendo una dieta cetogénica.

Efectos cardiovasculares

Pese a que las grasas son el centro de una dieta cetogénica, elegir las fuentes incorrectas puede tener un impacto negativo en la salud cardiovascular de la persona mayor. Grasas saturadas y trans en exceso deben ser evitadas para no aumentar el riesgo de enfermedades cardiacas.

Interacción con medicamentos

Es importante tener en cuenta que la dieta cetogénica puede afectar la eficacia de ciertos medicamentos, especialmente los utilizados para controlar la diabetes y la hipertensión, condiciones comunes en la población mayor.

Adaptaciones y recomendaciones

Dada la fragilidad potencial del sistema digestivo y metabólico de las personas mayores, cualquier cambio drástico en la dieta debería hacerse con precaución. Aquí hay algunas recomendaciones para adaptar la dieta cetogénica a las necesidades de los ancianos:

  • Monitoreo médico: Antes de comenzar una dieta cetogénica, es esencial obtener la aprobación y el seguimiento de un profesional de la salud.
  • Hidratación adecuada y manejo de electrolitos: Es crucial asegurarse de que haya una ingesta adecuada de líquidos y electrolitos para prevenir desequilibrios.
  • Calidad sobre cantidad de grasa: Optar por grasas saludables como las que se encuentran en los aguacates, los frutos secos y el aceite de oliva, en lugar de grasas saturadas y trans.
  • Proteína moderada: Consumir proteínas en cantidades moderadas, preferiblemente de fuentes magras, para evitar la sobrecarga renal.
  • Ingesta de fibra: Aunque está limitada la entrada de carbohidratos, la selección de vegetales ricos en fibra y bajos en carbohidratos puede ayudar a mantener un buen tránsito intestinal.
  • Suplementación: Un profesional de la salud puede asesorar sobre la necesidad de suplementos vitamínicos y minerales para prevenir carencias.

La dieta cetogénica puede ofrecer algunos beneficios para las personas mayores, pero también plantea riesgos significativos. La edad avanzada implica una serie de consideraciones especiales, y la adopción de cualquier dieta restringida debe hacerse con cautela y bajo asesoramiento médico.

Es fundamental individualizar la nutrición en función de las necesidades médicas, el estado nutricional y las preferencias personales. La dieta cetogénica no es para todos, y menos para un grupo tan vulnerable como el de las personas mayores, quienes pueden requerir un abordaje nutricional más equilibrado y menos restrictivo para mantener su salud y bienestar.